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lunes, 3 de noviembre de 2014

Recuerdos de invierno

Recupero el primer relato corto que escribí para una antología que tenia de fondo "la navidad".
En su momento no fue publicado en el blog y me he dado cuenta pasado el tiempo que al no estar disponible ya su descarga muchos no tendréis la opción de leerlo, así que por eso he decidido incluirlo en en blog, espero que lo disfrutéis.

Esperando en el anden
Que de pequeño observaba cuando se alejaba de aquí.
Me llegan lejanos recuerdos de la infancia
Recuerdos de cómo veníamos aquí.
Pasábamos horas muertas viendo las despedidas de los amantes
Los reencuentros de las almas perdidas.
Hoy soy yo el que toma el vagón para volver a ti.

Miro las vías muertas, como palabras en el fondo de un cenicero
Miro los árboles pasar, como aves con vuelo equivocado.
Una vez dentro de aquel viejo tren
Espero sentado con la mirada perdida a que pase el revisor,
Mi cuerpo esta ahí pero mi mente no.
Mi mente vuela por delante de mí y del tren
Recorre la vía a la velocidad del silencio, ya está junto a ti.

Dentro de el vagón toman asiento  enfrente de mi unos niños
Se ve su ilusión irradiar como la última luz del crepúsculo.
Saben que al bajar del tren les esperan guerras blancas de bolas de nieve
Y miles de sorpresas de papel celofán.
En este tren, de regreso a ti
Ha pasado casi de repente otro año a traición
Pero ahora mismo eso me da igual,
Solo pienso en volver a ti como la lluvia al mar.

Miro por la ventana a través del vaho del cristal
La nieve cubre con su bufanda ramas de árboles que se abrazan
Como amantes que no saben que es el tiempo.
Pueden verse a lo lejos las luces de la gran ciudad
Como escalones iluminados hacia el cielo
Puedo sentir que estás más cerca.
La vieja locomotora grita al acercarse a la estación
Es un grito en carne viva de un anciano que ve como se acerca su final.
Desempaño el cristal con pulso tembloroso
Miro de nuevo a través de él y leo tu nombre en la lluvia.

Chirría el destino que tiene aquí su parada
Pongo mis pies en el andén, siento la humedad, el frío.
Puedo oler las calles mojadas, deslumbradas por las luces que las adornan
Puedo oler los días que vienen, llenos de ti.
Recorro en silencio las calles inundadas de ti,
De ambrosia las paredes, de néctar todo el empedrado del barrio viejo.
Veo la luz encendida de nuestra ventana
Se aprecia la silueta del abeto, el brillo de la estrella que corona su copa.
Cruzo la calle hasta ponerme frente a frente a las rejas del portal
Antes de llamar y escuchar tu voz recuerdo las palabras que te escribí hace hoy un año:
“Ayer te amaba
  hoy te amo
  nunca dejare de amarte
  se conjugue el verbo amar como se conjugue
  te amaba cuando era un niño
  te amo ahora que ya soy un hombre
  te amaré cuando el tiempo solo me deje a mí aquí y yo sea anciano
  fuiste mi presente y siempre estarás en mi futuro
  ayer besé tu piel tersa
  mañana besaré tus arrugas con pliegues de recuerdos, con mi amor
  porqué este es un amor sin fecha de caducidad”

Finalmente ya no puedo esperar más y llamo al timbre
Tu cálida voz contesta, se oye suave y tersa como siempre
De fondo se escuchan los gritos de los más pequeños.
A ambos se nos nota la emoción en la voz por poder escucharnos
De saber que treinta y cinco escalones después estaremos frente a frente,
Subo los escalones de dos en dos como si de una competición se tratase.
Llego al rellano de nuestro piso, la puerta está entreabierta
Se escapan los rayos de luz, el calor de la chimenea,
Los acordes de cascabeles y panderetas, los gritos de los “matasuegras”.
No cabe duda de que es fiesta, la fiesta del amor
No cabe duda de que merece la pena esperar un año para estar aquí.
La mesa está completa, tú estas aquí.

La nieve vuelve a hacer su acto de presencia afuera
Pasan las horas como segundos,
Bromas, risas, recuerdos, anécdotas, cubren la atmósfera del salón
Paso a paso se va disipando el tiempo que me queda contigo
Sin que nadie me vea, coloco debajo del árbol un nuevo recuerdo.
Antes de emprender mi viaje de vuelta a la realidad del día a día
Antes de volver a sentir de nuevo el frío de las calles, la soledad de las multitudes,
Te miro.. tenemos tanto que decirnos
Pero no necesitamos apenas palabras para comprender todo lo que llevamos dentro.
Me abrazarás, me darás un cálido beso en mi mejilla y me dejarás marchar
Esperando que aunque nada sea igual nada cambie dentro de un año
Y volvamos a estar unidos otra vez,

yo ya me marcho.. no sin antes desearte una Feliz Navidad.


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